El Jardín Botánico de Bogotá (JBB) desarrolla la iniciativa “Nodos de Diversidad”, estrategia que busca realizar expediciones botánicas y permitirá reconocer, proteger y poner en valor, algunos de los ecosistemas más amenazados en el territorio colombiano. El Tropicario, es su principal infraestructura, se ubica en el corazón del Jardín Botánico y se concibe como espacio para exhibir y promover los resultados de estas expediciones. En el año 2014, el JBB convoca a un concurso público de arquitectura para seleccionar la mejor propuesta para su desarrollo.

Una de las premisas del proyecto fue integrarse al contexto. La ciudad de Bogotá está limitada por los cerros orientales y en el occidente por el río Bogotá, este territorio hace 20.000 años era un lago que unía cerros y río, hoy solo existen resquicios de este pasado lacustre, la ciudad desecó la gran mayoría de humedales para su desarrollo urbano, conservando el 1.45% de sus áreas originales, este deterioro en parte debido al desconocimiento de la importancia ecosistémica de los humedales.

La propuesta busca reconciliar el proyecto con el paisaje de los humedales de Bogotá, a partir de traer estas áreas típicamente marginadas e ignoradas dentro de la ciudad, a ser la base de un proyecto de conservación que integra colecciones de todas las latitudes del territorio colombiano.

Esta premisa implicó entender el edificio como un sistema, partes relacionadas que conforman un todo. Conceptualmente se buscó que las distintas áreas del programa funcionen como espacios flotantes, dentro de un humedal. Fueron importantes referencias de arquitectura anfibia de ingeniería prehispánica (Chinampas, Camellones, Islas Flotantes).

El proyecto se emplaza sobre la huella de una antigua estructura, fue determinante la conservación de las palmas de cera que lo rodean, especie declarada árbol nacional, en vía de extinción y lento crecimiento. Se consideró fundamental la integración a la estructura general del Jardín Botánico y su fuerte vocación educativa y de divulgación. El Tropicario se concibe como parte del recorrido general del Jardín, una arquitectura que se configura a medida que se recorre.

Seis colecciones lo conforman: Bosque Húmedo, Bosque Seco, Colecciones Especiales, Plantas Útiles, Superáramos y Biodiversario, cada espacio tiene requerimientos de altura, temperatura y humedad específica, estos espacios funcionan como módulos “flotantes”, articulados a través de un Humedal Artificial, colección propuesta por el equipo de diseño desde la fase del concurso.

Se usan sistemas de control de temperatura pasivos, vidrio con distintos espesores y filtros, sistemas automatizados de apertura en fachada. Cada estructura funciona como receptor de agua, se incorporó un óculo en su parte alta para captar el agua lluvia, y conducirla a lagos ubicados en el interior de los espacios, donde pasa al humedal artificial perimetral, que actúa como reservorio de agua para sistemas de riego, generando un ciclo cerrado.

La emergencia medioambiental que vivimos, hace necesario pensar lógicas urbanas y ambientales de manera simbiótica, con el fin de salvaguardar el patrimonio ambiental. El Tropicario es una apuesta a construir una cultura del paisaje donde desde lo local, se transmita un mensaje de urgencia global.

El proyecto se compone de seis colecciones: Bosque Húmedo, Bosque Seco, Colecciones Especiales, Plantas Útiles, Superáramos y Biodiversario, cada espacio tiene requerimientos de altura, temperatura y humedad específica, estos espacios funcionan como módulos “flotantes”, articulados a través de un Humedal Artificial, colección propuesta por el equipo de diseño desde la fase del concurso.

Se procuró el uso de sistemas de control de temperatura pasivos, que no requirieran sistemas de ventilación mecánicos, se utilizó vidrio con distintos espesores y filtros y sistemas automatizados de apertura de algunas áreas para controlar la temperatura. Cada una de las estructuras se plantean como un receptor de agua, se incorporó un óculo en su parte alta, para captar el agua lluvia, y conducirla a lagos ubicados en el interior de los espacios, desde donde pasa al humedal artificial perimetral, que funciona como un gran reservorio de agua que se usa para los sistemas de riego de la vegetación, creando un ciclo cerrado.

Un sistema de “esclusas”, espacios de transición entre las distintas colecciones, permiten al visitante pasar de un espacio a otro, conservando las condiciones de temperatura requeridas para cada espacio, dentro de cada exclusa se ubican los controles técnicos de los espacios y las salidas de emergencia requeridas.

El sistema estructural se basó en pilotes de concreto hincados a 30mts de profundidad del suelo, los cuales se ubicaron en el perímetro de las estructuras, el objetivo de este sistema era dejar libre el suelo al interior de los espacios con el fin de poder tener áreas de siembra profundas. Al llegar a la superficie, sobre estos pilotes, se realizó el vaciado de muros inclinados en concreto, los cuales funcionan como soporte de la estructura metálica y permitían usarse al interior de los espacios como “macetas”, donde se puede contener parte de la tierra de las siembras y generar cambios en la topografía que permiten organizar las áreas de siembra de las distintas especies. Sobre los muros en concreto reforzado se instalan pilares metálicos, de 30cm x 10cm de ancho, ubicados en el perímetro de cada espacio conformando “canastos estructurales”, una estructura espacial autoportante, que permite que al interior no existan columnas.

Autor(es):

De Arquitectura Y Paisaje S.A.S
Jaime Eduardo Cabal Mejía
Jorge Emilio Buitrago Gutiérrez