La Casa de Tierra está inmersa entre montañas en un espacio parcelado cerca a San Antonio de Pereira en el Oriente Antioqueño. El lote es inclinado y tiene una explanación donde se asienta la casa. Esta a su vez se ubica en el límite del talud creando un voladizo lo que la hace flotar sobre el paisaje. La ubicación sobre la colina invita a un descubrimiento gradual del proyecto, pues para ver la casa es necesario llegar a la cima, iniciando la promenade architecturale a partir del ingreso al lote. La casa se abre hacia el suroeste dirigiendo las visuales y los espacios más importantes hacia un paisaje compuesto de bosques nativos, áreas con pastizales para ganado y cultivos de flores. Mientras que sus fachadas laterales se cierran para darle privacidad frente a sus vecinos.
El proyecto nace del lugar, siendo la tierra producto de las excavaciones para su cimentación la materia prima que constituye la obra; esta es ahora la envolvente de la casa. Así, la casa surge del terreno para levantarse en muros macizos de tapia pisada que se mimetizan con el entorno, haciendo que la casa se enraice en éste. El fin último de La Casa de Tierra es propiciar una relación poética entre el ser humano y el entorno generando un profundo sentido del habitar. Esto mediante los tres rituales a los que invita el proyecto: recorrer, permanecer y contemplar.
FORMA Y PREMISAS DE DISEÑO
Con el fin de lograr la cercanía y la reunión familiar, una de las primeras intenciones del proyecto fue crear un volumen único y compacto. El volumen concentra todas las funciones necesarias para la vida familiar en una única planta rectangular. Posteriormente se perforó, creando un vacío central en torno al cual giran todos los espacios de la casa; vemos cómo a su alrededor se ubica la circulación, que a su vez distribuye a todos los espacios del hogar.
La casa evidencia una relación constante de espacios opuestos y elementos contrastantes que enriquecen el recorrido y llevan a una composición equilibrada. Los muros en tapia, construidos con técnicas ancestrales contrastan con estructuras metálicas contemporáneas, lo que lleva indudablemente a un paso por la memoria. Por otro lado, las fachadas laterales macizas limitan las visuales, lo que contrasta con la fachada suroccidental totalmente acristalada y permeable, que trae el paisaje en su plenitud al interior.
La luz por su parte jugó un papel esencial como recurso de diseño. En la mañana el sol naciente entra por el patio destacando la tectónica particular del muro en tapia, propias del trabajo artesanal. A su vez, la luz cenital se incorpora por las claraboyas dispuestas en los demás espacios generando sombras y planos en los muros.
PROGRAMA Y COMPONENTES
El acceso a la casa se da por la fachada nororiental donde un zaguán oscuro recibe al habitante y constituye el umbral entre el exterior e interior. Una vez ingresa, se encuentra el vestíbulo, un espacio amplio e iluminado que da la bienvenida al visitante con un muro curvo, gesto que acentúa la apertura espacial. Aquí se presenta la casa en su totalidad y se divisa el paisaje lejano mediante grandes ventanales. Desde este punto se presencia el patio, que introduce a la casa el exterior en la forma de un jardín, además de ser la conexión vertical cielo-tierra.
En esta vivienda se le dio prioridad a los espacios sociales pues son los puntos de confluencia de la vida familiar, entregándoles así la mejor vista y extendiéndolos hacia esta con una terraza apergolada, siendo este el lugar de conexión directa con el entorno. El cuarto principal tiene también una zona privada de esta terraza, espacio que está acompañado de un majestuoso eucalipto que se conservó. Las habitaciones secundarias, junto con el estudio, se ubican hacia el nororiente. Cada habitación incluye vestidor, baño y están delimitadas por muros en tapia, lo que les da confort y calidez.
Finalmente, los servicios se encuentran hacia el noroccidente, donde se proyectaron también dos puestos de parqueo cubierto. Desde el garaje y junto al depósito, se puede acceder a la casa por un segundo acceso entrando directamente a los servicios. Allí se dispuso un baño auxiliar, el cuarto de ropas, la despensa, la cocina y el baño social.
SOSTENIBILIDAD
La Casa de Tierra integró una solución arquitectónica para la familia que la habitará, armonizada con su entorno natural, lo que implicó el uso de estrategias de sostenibilidad. La sostenibilidad existe cuando hay armonía entre la vida humana y su entorno. Esto llevó a proyectar desde el material. Así, se eligió la tapia por sus beneficios bioclimáticos, su estética, pero sobre todo porque es uno de los materiales que generan el menor impacto en el entorno para su construcción.
Los muros en tapia garantizan un confort térmico y acústico óptimo, gracias a su alta inercia térmica, permitiendo alcanzar temperaturas estables a lo largo del día y la noche en los espacios interiores. Asimismo, el tapial, construido artesanalmente, retoma y exalta una de nuestras técnicas constructivas de antaño, que en definitiva otorgan a la casa un carácter único y acogedor.
Además, se construyeron muros en bloques de tierra comprimida (que no generan huella de carbono), se utilizó un tipo de cemento que produce 40% menos de emisiones de carbono y toda la madera utilizada viene de bosques reforestados. Se instalaron paneles solares con capacidad de 324kwh/mes, suficiente para un consumo regular de 4 personas. Y un sistema de recolección de aguas lluvias para la descarga de baños y riego de jardín, con un tanque de 2.000lts que alcanza aproximadamente para 8 días.
Autor(es): Paulina Arango Trujillo