El lugar

La parcela de terreno está ubicada en una de las estribaciones montañosas del costado noroccidental del Valle de Aburra, específicamente en la vereda rural de El Yolombo, corregimiento de San Cristóbal, municipio de Medellín, Colombia.

Ubicado a 2600 metros sobre el nivel del mar, el lugar se presenta como una oportunidad para contemplar el hermoso paisaje natural del valle y el panorama edificado de la ciudad, teniendo como respaldo la montaña y el bosque en el costado norte.

Se trata de un espacio de confluencia entre el cielo y la tierra, donde el horizonte se define a veces por el perfil de las montañas, por las nubes que flotan sobre la ciudad, por el sol que sale o se oculta, o incluso desaparece a veces por la niebla. El lugar también lo definen el silencio, el canto de las aves, el paso del viento y el murmullo de la ciudad.

Los habitantes

La Casa está construida por una pareja adulta, él arquitecto y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, y ella diseñadora y artesana, quienes, exiliados de la ciudad por la pandemia, buscaban un hogar acogedor en el campo para cambiar sus hábitos citadinos por otros relacionados con la tranquilidad del silencio, la contemplación, el jardín y la huerta.

La espacialidad

Por lo reducido del terreno, la pareja decide concentrar la vivienda en una explanada existente, edificando en dos niveles: el inferior alberga la zona social, y el superior habitaciones y estudio. Hacia el norte se ubica una delgada franja de servicios y escalera. Entre la casa y la montaña se disponen bancales para jardín y huerto, y la pérgola de entrada. La casa se asoma al borde de la explanada, extiende una plataforma elevada del suelo que se proyecta hacia el paisaje.

A la vivienda se llega bajo la pérgola, reduciendo la escala del descampado y cobijando las cabezas de los habitantes, luego se accede por la estrecha puerta que refiere al límite del cuerpo; traspasando el umbral se aprecia a un costado la doble altura de la escalera y enfrente el espacio amplio y abierto del salón, comedores y cocina; al fondo el paisaje queda enmarcado por la cristalera. Saliendo a la terraza, los pies deambulan por un espacio suspendido del suelo natural y la cabeza se encuentra nuevamente descubierta, poniendo en comunicación el cuerpo con el paisaje. En definitiva se trata de un masaje corpóreo de los sentidos.

La técnica

Se optó por un sistema de construcción liviano, anclado a pequeñas cimentaciones en hormigón, economizando en los costos. La estructura es un fino esqueleto de elementos metálicos, que se entrelaza con los revestimientos exteriores en placas de fibrocemento y los interiores en paneles de madera. La modulación es milimétrica, teniendo en cuenta las medidas de producción industrial de los componentes, evitando desperdicio de materiales.

La cubierta en mariposa extiende sus aleros para proteger del sol y de la lluvia, para dialogar con el firmamento celeste y para aprovechar el agua de lluvia, la cual es conducida por bajantes a un depósito y reutilizada en épocas de sequía para el riego de las plantas.

Autor(es):

Jaime Sarmiento Ocampo
María Díaz Esparragoza