Este proyecto se encuentra ubicado en la parte alta del barrio El Poblado en Medellín, en un lote esquinero que tiene hacia el sur su límite con la quebrada Yerbalit y una vista inigualable hacia el sur del valle de Aburrá. Como estrategia proyectual se buscó que todos los apartamentos gozaran de la vista al sur del valle, por lo que la torre se concibe como un bloque alargado dispuesto en el sentido oriente occidente; en lugar de una configuración tradicional en H. Una circulación tipo corredor iluminada y ventilada naturalmente en el costado norte reparte a los 4 apartamentos, los más grandes (de 3 alcobas) ocupan las esquinas del volumen y se busca que en ellos, las áreas sociales aprovechen la condición de esquina abriendo aún más las visuales; por su parte, los apartamentos ubicados en la parte central (de 2 alcobas) quedan mono orientados y sus fachadas se abren completamente al paisaje mediante el uso de puertas vidrieras, de manera de que todos los espacios tienen la condición de balcón hacia la ciudad.

Los bordes de losa en concreto a la vista enfatizan la horizontalidad como parte fundamental del lenguaje del edificio, buscando contrarrestar la verticalidad de la torre y generando un gran balcón corrido en toda la fachada sur.

El fuerte desnivel del terreno, llevó a localizar el acceso principal y portería a nivel del primer piso de parqueaderos en semisótano: una secuencia de escaleras, jardines y espacios a doble altura conducen al peatón hasta el primer piso de la torre, dedicada por completo a alojar las zonas comunes (salón social, piscina, zonas húmedas y gimnasio) donde nuevamente se busca la visual a la ciudad y proximidad a las zonas verdes que limitan con la quebrada.

La proporción y lenguaje utilizados en la plataforma de parqueaderos buscan reducir el impacto visual sobre las calles que conforman la esquina. Asimismo, se le entrega nuevamente el antejardín al disfrute del peatón, eliminando los tradicionales cerramientos que delimitan esta área.

Estructuralmente, el edificio se construyó a partir de pórticos en concreto, buscando una mayor flexibilidad que permitió personalizar los apartamentos. Los otros materiales fueron escogidos por su durabilidad y fácil mantenimiento: ladrillo color chocolate, pasamanos en vidrio y ventanales piso techo que permiten amplificar el espacio interior y vincular los apartamentos al paisaje.

Autor(es): María Cristina Vélez Ortiz