El proyecto de la nueva primaria nace de la necesidad de reemplazar unas aulas antiguas por una estructura más contemporánea y más acorde con los nuevos modelos de aprendizaje. Se busca un edificio que redefine los principales espacios lúdicos del colegio y simultáneamente plantea un mejor ordenamiento para su conjunto. El programa y los espacios se definen a partir de la visión educativa hoy y hacia futuro de la institución. La arquitectura entra a participar con unos edificios ya existentes a la vez que sustituye estructuras anteriores que desaparecen. Su contexto es rural, sobre el kilómetro 3 de la vereda El Salitre, en la vía a La Calera, a 3000 metros sobre el nivel del mar. Sirve tanto a una comunidad que vive en cercanías como también a familias que viven en el casco urbano de Bogotá.

El nuevo edificio ocupa un lugar antes residual con un doble propósito. Por un lado, maximiza las posibilidades de un espacio subutilizado y por otro redefine la relación de lo construido con los espacios abiertos. Se rescata una relación espacial antes interrumpida por las estructuras anteriores permitiendo una mejor definición del espacio central que conecta la totalidad de los edificios y lo articula con las zonas de deporte que se encuentran en el costado norte del colegio. Así mismo, el nuevo orden hace que los reservorios de agua ganen visibilidad y presencia en el conjunto. El agua se convierte así en un referente del paisaje y materia prima en la ambientación de los nuevos espacios.

Cinco edificios independientes, unidos por un gran espacio cubierto establecen las nuevas relaciones. El programa se fragmenta para dar pie a una propuesta porosa. Los volúmenes separados hacen que sus espacios intermedios articulen el paisaje hacia adentro y hacia afuera. El diseño busca redefinir la relación de lo exterior con lo interior de forma permeable y a su vez solucionar los desafíos climáticos del lugar. Temperatura y cobijo son fundamentales para garantizar la habitabilidad en un contexto en donde llueve mucho durante el año y las temperaturas promedio son bajas. La protección de los elementos como lluvia y viento y el aprovechamiento del sol garantiza que haya un calentamiento adecuado de espacios y superficies.

De lo exterior se pasa al espacio de mayor jerarquía. De ahí a los demás espacios. Esa transición es una extensión de los espacios formales de aprendizaje. Abierto pero cubierto. Es una calle interior, con pasajes, rincones, escaleras y puentes, plazas y terrazas. El sol hace presencia en cualquier momento del día. Cubierto por una piel de vidrio de control solar, permite un calentamiento pasivo controlado, suficiente para unas condiciones óptimas de permanencia, esparcimiento e intercambio social para cerca de 600 personas resguardadas simultáneamente. Es ahí donde todos los días se construyen las relaciones del delicado tejido social de muchas generaciones.

La lluvia de la que protegen estas cubiertas, es recogida, tratada y almacenada para consumo humano. Después de su ciclo de consumo es reutilizada en una línea especializada de suministro de aguas residuales tratadas. Las cubiertas y las grandes superficies acristaladas son fuentes de luz natural abundante y permanente, minimizando la demanda energética. Igualmente, son el espacio de provisión para el aprovechamiento de energía solar. Al agua se suma la luz como protagonista en la experiencia.

El ladrillo de gran formato se presenta con una materialidad ligada a la tierra. Los volúmenes sueltos articulan el paisaje. Su color armoniza con los verdes de la vegetación circundante. Su familiaridad nos relaciona con un hogar fuera del hogar. La espacialidad es generosa y realza el valor de la escala por fuera de lo ordinario. El espacio apela a la inspiración como virtud de la amplitud. El vidrio y el acero traen la luz y conectan con el cielo. En una era en dónde los ciclos del tiempo se acortan nos vemos obligados a presenciar el ciclo natural que nos conecta con lo más humano. El entorno físico y social son una influencia catalítica para el aprendizaje dentro de una organización espacio-temporal. Hay una propuesta de flexibilizar e interactuar para conectar, construir, contemplar, revisar, colaborar y continuar.

Autor(es):

Pablo Rojas
Marcela Casas