Todo se hunde en la niebla del olvido, pero cuando la niebla se despeja, el olvido está lleno de memoria.
Mario Benedetti
El cambio es una constante, y en cuanto a las formas de habitar, el cambio más exitoso es el que se construye sobre las cualidades de lo ya existente. Ese cambio modifica elementos pero conserva atributos fundamentales tangibles y otros intangibles ligados a la tradición del lugar. Es un cambio que permite que la forma de habitar de las personas evolucione, pero que su cotidianidad permanezca inalterada. Un cambio que preserva es un cambio sostenible.
LALINDALOMA, en el Barrio Miraflores, Cali, Colombia, propone este cambio sostenible. Reconociendo, verificando, transformando, utilizando y reforzando, se desarrolló un proyecto de recuperación de una vivienda en un área consolidada del trazado patrimonial original del barrio, reutilizando la edificación existente y mejorando el conjunto de la calle.
Reconociendo esta vivienda unifamiliar de 1950, emplazada en un lote de 450 m², planta de tres crujías con aislamientos laterales y patio posterior, se observa que sus características la hacen ideal para los propósitos del proyecto.
Verificando su estructura portante (suelo, cimentación, muros de carga, losas de entrepiso) y estado general de la construcción, se ve la posibilidad de reutilizar todos los elementos, dada la solidez de la construcción original.
Transformando la vivienda en cinco apartamentos, todos diferentes, y utilizando el área posterior para conformar un semisótano para estacionamientos y depósitos, se logran arriba sobre las dos fachadas espacios más abiertos al entorno y amplias visuales lejanas para los nuevos apartamentos.
Reforzando la estructura se logra la conservación de los valiosos muros de carga, y la adecuación de la edificación a los nuevos requisitos de sismoresistencia, con nueva estructura adicional.
En esta secuencia de pocas operaciones se logra un cambio sostenible, evidenciando que “el edificio más sostenible es el que ya está construido”. Predominó la labor manual artesanal, con empleo de materiales nobles y naturales, de apariencia simple pero con la fuerza de la precisión y la modulación. Las baldosas del piso, rejas, y ladrillos antiguos reutilizados, así como la escalera original al segundo piso y el muro de piedra amarilla del antejardín, se conservaron como elementos constitutivos de la imagen de la casa. Acabados a la vista, estos componentes permiten lograr una arquitectura franca, donde los sentidos perciben lo que el material real transmite. La brisa del piedemonte atraviesa muros calados y ventanas de celosías, logrando un ambiente confortable únicamente con climatización pasiva. Con los balcones, las amplias celosías, la iluminación natural, la vegetación, los muros calados, y la escala humana, se preserva la relación que la antigua casa tenía con la calle, permitiendo que el exterior se siga viviendo desde el interior, conservando la vida de barrio, de comunidad, de cercanía al vecino, de solidaridad, tan característica en los barrios tradicionales caleños.
Así, mientras LALINDALOMA se integra sutilmente a su contexto, de gran valor ambiental y patrimonial, el recuerdo de la vieja casa se hunde en la niebla del olvido, pero su memoria persiste en cada paso que se da recorriéndola hoy.
Autor(es):
Benjamin Barney Caldas
Julian Jaramillo Mejía