El Colegio Lucila Rubio de Laverde es una institución educativa distrital diseñada para la Secretaría de Educación de Bogotá. Este proyecto, resultado de un concurso público organizado por la SCA Bogotá, fue desarrollado por las firmas aRE arquitectura en Estudio y Nomena arquitectos. El colegio está destinado a 1040 alumnos y se ubica en Engativá, en el borde occidental de la ciudad, relacionándose directamente con la Ronda del río Bogotá y el Humedal de Jaboque. El predio rectangular, con tres de sus frentes contra vías locales, se sitúa en un área de expansión en medio de desarrollos de vivienda de gran altura.

El proyecto se implanta generando una tipología de claustro, compuesto por una plataforma de dos niveles que contiene los usos comunes del colegio hacia el humedal y el barrio, y una barra de crujía sencilla que alberga las aulas orientadas al norte hacia el río Bogotá. Este claustro es permeable en el primer piso, con accesos desde el río y el humedal. La plataforma responde a la escala local del barrio, albergando los usos comunes del colegio (auditorio, comedor) que pueden ser utilizados por la comunidad, activando el primer piso y definiendo el cerramiento del colegio sin necesidad de rejas, generando un espacio público activo y seguro. La barra de seis pisos responde a la escala metropolitana del predio, dando borde a la ciudad frente al río. Esta barra se plantea como un edificio permeable, generando vacíos de doble altura hacia el río y una fachada traslúcida hacia el interior, permitiendo una relación visual a través de esta.

Hacia el interior, la tipología de colegio de claustro central se desdobla y extiende hacia las cubiertas de la plataforma, maximizando las áreas recreativas y generando diversos espacios exteriores de encuentro para los estudiantes, como graderías, canchas y balcones. Los sistemas de circulación de la plataforma permiten recorrer y vivir el edificio de múltiples formas, extendiéndose hacia la torre mediante una escalera exterior.

La materialidad, a través del uso de ladrillo, responde a la tradición de la arquitectura institucional en Bogotá. La estructura aporticada con módulos racionales de 8 × 8 en concreto permite flexibilidad en los espacios. Las fachadas se componen a partir de volúmenes en ladrillo con aperturas controladas profundas que enmarcan visuales y ayudan al control solar y a la privacidad de los espacios. Esto se complementa con una fachada metálica translúcida en la barra de aulas que permite ventilación e iluminación natural de manera controlada. El tono de la fachada es terracota, mimetizándose con el tono del ladrillo.

Autor(es): 

aRE Arquitectura en Estudio.
Nomena Arquitectura

Fotografías: Santiago Robayo