Hacia una arquitectura consciente
Estamos en un momento de inflexión. Un momento de quiebre. Hablamos del no retorno, de cambios obligados, de una crisis climática irreversible. A nivel global, no hay mayor propósito humano que la lucha contra el cambio climático. En este contexto, es cada vez más oportuno volver a pensar la arquitectura como un ejercicio consciente, que nos permita un cambio de mentalidad, de hábitos y de patrones de acción para sanar los territorios y detener la proliferación de prácticas arquitectónicas nocivas, aisladas e indiferentes. No hay más alternativa que el desarrollo sostenible. Nos urge trazar caminos posibles para redefinir la relación entre la arquitectura y su entorno, entre los edificios y las personas, promoviendo la armonía con la naturaleza y la mejora de las condiciones de bienestar, salud y confort.
Construir la hospitalidad
Proponemos indagar sobre lo que permanece, mirar al pasado para retomar las técnicas conservadas, y sobre todo, para aprender a hacer como se hacía antes. Nos interesa la comprensión de las arquitecturas precedentes que han sido refinadas por el tiempo, y que han migrado de civilización en civilización como arquetipos y tipologías. Proponemos buscar en la esencia de las arquitecturas precedentes del valle del Cauca, las estrategias fundamentales para poner de nuevo al hombre en el centro de la conversación, habitando en armonía con la naturaleza y el paisaje.
La arquitectura Colonial
Proponemos reconocer los valores del arquetipo colonial desde su capacidad para hacer una simbiosis coherente con el entorno, de tal manera que, pasados varios siglos, esta arquitectura se siguen interpretando del mismo modo.
El Legado cultural
Creemos que la arquitectura colonial del valle del Cauca ha otorgado propiedades al espacio habitable que son sostenibles y replicables en la arquitectura contemporánea. El emplazamiento de volúmenes aislados en medio de árboles que proveen sombra. La relación con el paisaje lejano, cercano e íntimo desde sus jardines exteriores. La lección de lo intermedio, “el afuera adentro”, como una actitud del espacio en este trópico. La transición entre porches, patios y recintos exteriores. El legado del volumen y la superficie, la masa térmica como cobijo, y la tierra como un hecho constructivo a través de la técnica.
La tierra como refugio
En Casa Franco la tierra es el material predominante. Es una estrategia constructiva sostenible que ofrece una solución climática y económica. Proponer el uso de la tapia pisada y los adobes de forma contemporánea, hizo necesario volver a aprender técnicas constructivas tradicionales, trayendo al lugar especialistas en arquitectura de tierra que apoyaron el proceso. El análisis del material existente en el lugar, el desarrollo de los detalles constructivos y la capacitación de la mano de obra local fueron aportes fundamentales para el diseño y la construcción de la casa.
La circularidad
Mantener los excedentes de tierra de las excavaciones en el lugar, fue un primer acto consciente de sostenibilidad. Los sobrantes de la cimentación de la casa, la excavación del lago, de las acequias, de los estanques y de la piscina, fue el material del sitio con el que se construyó el cerramiento perimetral del lote.
Muros de tierra sucia y limpia
El muro perimetral de “tierra sucia” en tapia pisada sobre piedra de río, fue alzado con tapiales tradicionales de 1.00 x 2.00. Con una altura de 2,40 m y con 0.50 m de ancho, este muro perimetral cubrió más de 400 metros lineales de cerramiento, lo que significó un ahorro considerable de recursos. Además, fue definitivo a la hora de capacitar las personas encargadas de la obra. Los muros de “tierra limpia” en la compartimentación interna de la casa funcionan como cerramiento y acabado. Para estos muros se trajo material de cantera cercana a 15 Km, cuya composición y color se ajustaron en obra por medio de un proceso de mejora y estabilización. La formaleta utilizada como tapial, se construyó en sitio con estructura metálica y paneles de RH, de acuerdo al módulo espacial y estructural utilizado para ordenar la casa, (1.20 m), con lo cual se pudo garantizar su reúso. Se utilizaron varillas roscadas como tensores y esquineros metálicos para el acabado de los filos. El resultado del proceso de tapiar y desencofrar los muros es un acabado similar al mármol. Como su aspecto final se mantiene desde la obra negra, se hizo necesario proteger estos muros de la humedad de las lluvias, las fundiciones y de los impactos. Al no ser estructurales, los muros de tapia se asentaron sobre un pedestal de 30 cm en concreto a la vista, en toda la casa, para “encajonar” columnas de 30 cm x 30 cm, vigas aéreas y dinteles de la estructura de concreto, obteniendo espesores de 0.30 cm, 0.60 cm y 0.90 cm. Los muros de Adobe o BTC, fueron hechos en sitio con la misma tierra, y se utilizaron en las divisiones interiores con espesor de 15 cm. Finalmente, todos los acabados de los muros necesitaron algunos resanes y fueron recubiertos con un producto impermeabilizante al finalizar la obra.
La cubierta reciclada
Una cubierta a 45° nos permitió dotar los espacios de gran habitabilidad y confort, haciendo disponibles los altillos al interior. La construcción de un triángulo de tracción para soportar el cobertizo se hizo con vigas rústicas de madera de Achapo. Se utilizó el mismo material como entablado para dar el acabado a las formaletas de concreto. Luego de su limpieza y secado, este encofrado fue usado como el acabado interno de la cubierta. Las tejas usadas de casas demolidas y/o remodeladas que se buscaron en los pueblos aledaños, fueron colgadas con tornillos galvanizados de entablado impermeabilizado sobre una cama de barro.
Autor(es): ESPACIO COLECTIVO ARQUITECTOS
ARQ. ALDO MARCELO HURTADO
ARQ. CARLOS HERNAN BETANCOURT
Fotografías: Santiago Robayo