Premio Dicken Castro Duque
El Restaurante LEO es un proyecto que surgió bajo el liderazgo de la Chef Leonor Espinosa y su hija Laura Hernández a partir de la búsqueda por generar un concepto gastronómico claro y dividido en dos experiencias diferentes pero, integrados en un mismo edificio. Ubicado en el sector de Chapinero Alto sobre una calle inclinada de la ciudad de Bogotá, se hallaban dos antiguos almacenes del sector; los cuales conservaron sus condiciones generales al momento de la intervención. Con la intención de resignificar el espacio existente, la estrategia general se centró en derribar los muros interiores con el fin de unificar ambos espacios y conservar sus muros perimetrales. El proyecto actual se completó en el año 2021 y fue el último de un total de 7 propuestas diseñadas en un trascurso de 4 años. La chef Leonor Espinosa es la defensora culinaria actualmente más destacada de la comida colombiana. Su bien documentada carrera en los últimos 35 años le ha valido el reconocimiento internacional al colocar ingredientes, recetas y procesos locales, basados principalmente en su rigurosa investigación culinaria a lo largo del país.
La construcción original se encontraba ocupada por dos almacenes en abandono y constaban de una silueta definida por sus muros perimetrales en mampostería, lo cual debido a las normativas locales no podían modificarse. El primero de los 2 almacenes es un bloque rectangular de 2 pisos, por otro lado, el segundo de ellos, contaba con un solo espacio de cubierta inclinada a 25 grados en sentido perpendicular respecto a la calle. La propuesta constó principalmente en acomodar dos ambientes en una sola edificación: el Restaurante Leo en el primer piso y La Sala de Laura, en el segundo nivel; ambos coronados por un jardín que levita sobre un volumen de vidrio suspendido el cual sirve como conector y transición visual entre el restaurante, el bar y la calle, este último, a través de una fachada de vidrio traslúcido. El jardín de la azotea personifica los viajes cuasi antropológicos y arqueológicos de Leo a lo largo de la geografía extremadamente diversa de Colombia, al tiempo que brinda en las cenas locales y extranjeras un contexto natural que magnifica la experiencia gastronómica percibida a través de la degustación de su menú.
El proyecto comprende dos componentes en los cuales se abordan estrategias de iluminación diferentes pero, complementarias: Los espacios de desplazamiento y los espacios de permanencia. En los espacios de desplazamiento, donde se encuentran principalmente las circulaciones, se optó por el uso de iluminación natural. Por medio de aberturas cenitales provenientes del jardín suspendido y de la fachada acristalada, se garantiza un baño de luz permanente en los recorridos internos de los usuarios. Para los espacios de permanencia, comprendidos principalmente entre comedores y bares, se hace énfasis en el uso de iluminación artificial de tono ámbar, el cual homogeniza la visual de los espacios y las texturas de los mobiliarios. En especial, sobre las mesas, donde la iluminación directa resulta ser un perfecto aliado para detallar mejor la elaboración de cada plato. Todo el espacio está recubierto con un cielo raso de lamas de madera colocadas una a una. Es un entramado de madera que presenta cambios de nivel al interior orientando hacia el jardín suspendido que integra e ilumina los dos restaurantes.
Para el Restaurante Leo se busca resaltar la veracidad de los materiales al dejarlos a la vista y recrear un híbrido armónico entre las diferentes texturas y colores, dispuestos con alternancia según el uso de los espacios. La carpintería metálica, la cual tiene un tono negro neutral, resalta los muebles con recubrimientos de telas sintéticas y las superficies de madera cuidadosamente elegidas en Sapán o Flormorado, dependiendo de su uso: mesas o sillas. Los pasamanos están elaborados en varillas de hierro corrugado para dar una sensación rústica, y a su vez, contrasta con el concreto pulido de las circulaciones. Hacia el exterior la fachada conforma un zócalo o basamento en ladrillo, material tradicional característico de la ciudad que, ayuda además, a conformar la continuidad del perfil urbano de la manzana. La altura del volumen empata con las construcciones vecinas y a la vez se resalta a través de una iluminación indirecta. En fachada, sus puertas están inmersas en el zócalo de ladrillo y solamente se identifican por medio de los bordes de la carpintería metálica.
Autor(es): Refugio Arquitectura (Julián David Molina Rico)